Los avances de las neurociencias y el neuroaprendizaje brindan mayores herramientas a la educación para conseguir que nuestros estudiantes logren aprendizajes más significativos.
En la actualidad las escuelas requieren que abramos las puertas del aula a las neurociencias y al neuroaprendizaje, y que iniciemos a descubrir cómo aprende el órgano del aprendizaje: el cerebro.
El objetivo primordial de esta propuesta es aproximar a sus lectores concepciones básicas sobre nuestro cerebro y acerca de cómo él influye en cada uno de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Asimismo, describe aspectos sustanciales sobre las emociones y las estructuras cerebrales como la amígdala, responsables de procesar la información y dejar que ésta llegue a los centros más racionales de nuestro cerebro.
Trabajar en las aulas con los aportes de la neurociencia y comenzar a formar a nuestros estudiantes, no sólo en los aspectos cognitivos sino también en los emocionales, contribuirá a desarrollar en ellos inteligencia emocional como una habilidad y un requisito de futura inserción social.
Un educador no debe ser responsable sólo de desarrollar en sus estudiantes los objetivos de la enseñanza, la memoria, la atención y la inteligencia, sino además las habilidades sociales que serán las armas con las que ellos ganarán las batallas en sus vidas.
No sólo es importante el desarrollo cognitivo sino además lo es, y mucho, el desarrollo emocional.
(Marilina Rotger, 2018, p. 6 -7)